lunes, 12 de octubre de 2009

La invasión de América

El 4 de octubre de 1917 Hipólito Yrigoyen, el primer presidente argentino elegido por sufragio universal - un universo exclusivamente masculino aún - y secreto tuvo el honor de establecer por decreto el 12 de octubre como el “Día de la Raza”.

Aquel decreto, en su artículo 3º consideraba:
“Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana.”

Para el Ministerio de Educación de la Nación, según explica en su web, el 12 de octubre es una fecha para considerar la unión de los pueblos y la pluralidad de las naciones americanas en lo cultural, lo étnico y lo racial.
Las simbologías representan siempre un enfoque parcial de un suceso porque son una estructura armada, una construcción voluntaria; nunca son consecuencia de la espontaneidad de los acontecimientos.
A esta característica hay que sumarle otra muy importante: las simbologías las establecen los vencedores y no los vencidos.

Generaciones de argentinos hemos aprendido – y lo hacen de igual forma nuestros hijos – que la Conquista de América significó para nuestro continente el arribo del progreso y el abandono de la barbarie.
Esta idea se instala desde las palabras mismas porque nos enseñaron que la Conquista de América en realidad fue el Descubrimiento de América.
Esa denominación no sólo determina un encubrimiento a lo que en realidad ocurrió sino que además le quita la identidad a quienes ya habitaban nuestras tierras, como si ellos no hubieran existido con anterioridad a la llegadas de los europeos.

El decreto de Yrigoyen habla del magnífico valor de los guerreros españoles que arrasaron a los pueblos originarios de América hasta reducirlos y vencer cualquier resistencia.
Menciona el ardor de sus exploradores sin aclarar si el ardor del que habla fue el que generó la codicia por el oro de los aborígenes.
Recuerda la fe de sus sacerdotes que evangelizaron por la fuerza condenando las creencias de los pueblos originarios.

El Ministerio de Educación considera que este es un día para pensar en la pluralidad cultural, étnica y racial mientras los aborígenes de nuestro país sufren la indiferencia con la que se conduce el Gobierno en relación a sus derechos.
Los aborígenes argentinos habitan en su mayoría en condiciones de intensa precariedad; duermen en ranchos hechos con paja y hojas, carecen de atención sanitaria de primeros auxilios mientras el chagas y la tuberculosis son moneda corriente.
En ese contexto pensar en el acceso a los servicios de agua potable y la energía eléctrica significa un lujo que no merecen.

Si aplicáramos la misma lógica de Yrigoyen podríamos designar el 4 de octubre como día del “Ciudadano Argentino”.
Fue en esa fecha del año 1878 que se sancionó la ley N° 947, la misma destinaba 1.700.000 millones de pesos para llevar adelante la Campaña del Desierto al mando de Julio Argentino Roca.

La historia antigua y la presente dicen que tenemos una deuda con los pueblos originarios.

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